Los dragones integran diversas posturas o variantes. Dragones es su denominación en yin yoga y me gusta llamarlos así también en hatha yoga, son elementos que se han vuelto clave en mi práctica. Subrayar, en este punto, la significativa diferencia que puede marcar sostener una postura durante largo tiempo, como sucede en la práctica de yin, frente a tiempos más cortos como son los de hatha.
Mi introducción a los ‘dragones’ y su potencial se dio durante mi formación en yin yoga. Estas posturas desafiantes y retadoras abarcan todos los niveles: físico, mental y emocional.
Desde un aspecto físico, ofrecen estiramiento, movilidad y fortalecimiento, especialmente en caderas, fortalecen las piernas, sobre todo los cuádriceps y proporcionan un beneficioso estiramiento del psoas ilíaco. Algunas variantes trabajan los isquiotibiales y la variante del ‘dragón de vuelo alto’, incluye apertura de pecho, mejorando la postura y facilitando una respiración más profunda.
Sin embargo, el verdadero potencial de estas posturas, para mí, reside en su impacto mental y emocional.
Compartiré mi experiencia personal: durante una prolongada práctica requerida para finalizar la formación de yin yoga, donde sostuvimos las posturas mucho más tiempo de lo habitual, experimenté revelaciones profundas en mi cuerpo y mente. Sostuvimos las diversas variantes durante varios minutos cada una, un tiempo que me pareció eterno donde lloré, me sentí pequeña, débil, vulnerable… Aunque estas emociones desagradables se manifestaron, esta experiencia me permitió tomar conciencia de su presencia y la necesidad de liberarlas.
El yoga, en ocasiones, nos enfrenta directamente a nuestros ‘dragones’, a nuestros miedos y a emociones estancadas en el cuerpo, de las cuales quizás ni siquiera somos conscientes. Aunque el yoga se percibe mayormente como ejercicio físico, su práctica nos ofrece la oportunidad de observar y comprender nuestro interior.
A través del cuerpo podemos percibir y observar muchas cosas, además el trabajo físico ayuda después con el trabajo meditativo. De ahí que asana sea la tercera rama del yoga y a partir de la quinta se centre en el trabajo meditativo.
Es crucial entender que el yoga no solo revela nuestras virtudes. A través de una práctica regular, experimentamos calma y plenitud, pero también confrontamos aspectos que requieren mejora. Sin conocimiento, escucha y conexión con una/o misma/o, no puede haber cambio. Mejorar implica ser conscientes de lo mejorable y tener el valor de descartar lo que ya no aporta. Evalúa tus cualidades y los valores que guían tu vida y pregúntate: ¿Esto es lo que quiero? ¿Esta actitud me aporta algo, me da serenidad? ¿Soy mejor persona gracias a esta actitud o a este valor? ¿Son genuinos o heredados?
La práctica del yoga es maravillosa pero exige fortaleza para afrontar todo lo que puede surgir.
En tu camino a través del yoga, disfruta del proceso y el momento presente. Ambos son exactamente lo que necesitas, son perfectos tal y como son.